Plantación.
Para realizar la plantación, con
anterioridad se habrá señalado la posición de cada árbol en el terreno,
así como la apertura de hoyos donde deberán colocarse los árboles.
Dependiendo del patrón y de la variedad las distancias entre plantas
pueden oscilar entre los 4 m y los 6 m.
En cuanto a la orientación, se deberá
colocar la planta de forma que el injerto esté orientado de cara a la
dirección de los vientos dominantes de la zona, con el fin de obtener
una mayor resistencia al desgarramiento en la zona de unión del injerto.
Ya sea el tipo de plantación sobre meseta,
caballón o llano, los árboles deberán plantarse a la profundidad que se
encontraban en el vivero, lo que es fácil de observar por el color de la
piel o por los restos de tierra adheridos a la parte enterrada del
tronco. Una vez relleno el hoyo con tierra suficiente conviene
presionarla alrededor del tronco, para asegurar un buen contacto de las
raíces con el suelo. No se deben efectuar posteriores aporcamientos de
tierra sobre el tronco de la planta para evitar problemas de asfixia
radicular o enfermedades del cuello.
Riego
Inmediatamente después de la plantación se
realiza el primer riego, cuya finalidad es evitar bolsas de aíre en
contacto con las raíces, así como mantener una zona húmeda para
estimular el enraizamiento del plantón.
Los albaricoqueros bien enraizados no necesitan
regarse a no ser que se presenten periodos de sequía muy prolongados.
En general, resisten bien los periodos de sequía moderados. Cuando la
sequía es importante, se produce, a veces, la caída de las yemas
florales.
Por tanto, los albaricoqueros necesitan
regarse abundantemente hasta que se encuentren bien establecidos, es
decir, durante el primer año.
7.3. Polinización.
La mayoría de las variedades de
albaricoque son autopolinizantes. La abeja suele ser el principal
insecto polinizador. En los climas más fríos puede ser necesaria la
utilización de un pincel para realizar una polinización manual.
7.4. Poda
El objetivo fundamental que se persigue con la
poda es conseguir árboles bien formados y equilibrados para obtener la
máxima producción con la mejor calidad de frutos posible.
La poda se puede realizar durante todo el período vegetativo de la planta, no obstante, las características de las diversas actuaciones en la poda permiten establecer dos épocas, la comprendida desde el inicio de la brotación hasta la caída de las hojas, que corresponde a la primavera - verano y es la llamada poda en verde o en vegetación y la que se extiende desde la caída de las hojas hasta el inicio de la brotación, que se practica durante el otoño - invierno y que llamamos poda de invierno.
Para poder aplicar una buena técnica de
poda es imprescindible conocer la forma de vegetar del árbol, así como
los diferentes tipos de órganos vegetativos que lo componen y su
evolución:
Dardos: son brotaciones
pequeñas, espinosas con una yema de madera en el ápice. En vegetación,
el dardo esta rodeado por una roseta de hojas, siendo su longitud de
unos 2 a 7 cm. A partir del segundo año aparecen formaciones de yemas de
flor, capaces de producir fruta de buena calidad ya que se encuentran
situados en ramas gruesas por las que la circulación de savia es
intensa. No tienen capacidad de crecimiento. No requieren ninguna
intervención en poda salvo en variedades muy productivas, en las que
eliminaremos los peor situados con el fin de efectuar un aclareo. La
vida de los dardos es de 2 a 5 años. Se renuevan de forma natural y van
secándose y desapareciendo los que están situados en las partes
inferiores de las ramas o en zonas del árbol donde la luminosidad es
insuficiente.
Brindillas: son brotaciones
cortas, delgadas y flexibles, de una longitud entre 10 y 30 cm, con
entrenudos cortos y cuya posición respecto al ramo que la soporta es más
o menos inclinado u horizontal. A partir del segundo año, en estas
brotaciones, se forman yemas de flor y madera lo que favorece una rápida
entrada en producción con fruta de buena calidad. Tienen muy poca
capacidad de crecimiento, alargándose y emitiendo por su parte basal
nuevas brindillas o coronándose de botones florales. La intervención en
poda en este tipo de órganos se limitará a:
• Despuntarlas cuando sean demasiado largas.
• Sustituirlas por las brotaciones más jóvenes.
• Eliminarlas en caso de que tengamos una cantidad excesiva, suprimiendo las que estén peor situadas.
• Por su reducida capacidad de crecimiento, no debe emplearse este órgano para la formación del esqueleto del árbol.
• Despuntarlas cuando sean demasiado largas.
• Sustituirlas por las brotaciones más jóvenes.
• Eliminarlas en caso de que tengamos una cantidad excesiva, suprimiendo las que estén peor situadas.
• Por su reducida capacidad de crecimiento, no debe emplearse este órgano para la formación del esqueleto del árbol.
Ramos mixtos: son brotaciones
largas y vigorosas que pueden alcanzar en un solo año una longitud entre
0,5 y 3 metros. Este tipo de brotación es fundamental para la formación
del árbol, producción y reemplazo. Fructifica a partir de dos o más
años, dependiendo de su situación y vigor. Tienen capacidad de vestirse
de ramos mixtos más pequeños, brindillas o dardos. En él encontraremos
los frutos de mayor calidad y calibre. Las intervenciones en poda de
este órgano son las más frecuentes, y consisten en:
• Eliminar los ramos mixtos que entren en propia competencia, y no sirvan para la formación del árbol.
• Desviar por brotes anticipados aquellos que sirvan para formar parte de la estructura productiva.
• Despuntar para marcar las dimensiones de la estructura o esqueleto del árbol.
• Desviar por brotes anticipados aquellos que sirvan para formar parte de la estructura productiva.
• Despuntar para marcar las dimensiones de la estructura o esqueleto del árbol.
Ramos anticipados: son yemas de
madera de ramos mixtos que evolucionan en el mismo año en que se forman.
Dependiendo del vigor y su situación darán lugar a nuevos ramos mixtos,
brindillas o dardos. Estos órganos tienen capacidad de formar yemas de
flor dando lugar a frutos en la brotación siguiente. Estas brotaciones
se deben conservar. La actuación de poda sobre ellas consistirá en:
• Aclarar dejando las mejor situadas.
• Despuntar las demasiado largas a la altura conveniente.
• Desviar aquellos ramos más vigorosos por un anticipado para cubrir zonas desvestidas.
• Las intervenciones en poda se realizaran en invierno o en plena parada vegetativa.
• Despuntar las demasiado largas a la altura conveniente.
• Desviar aquellos ramos más vigorosos por un anticipado para cubrir zonas desvestidas.
• Las intervenciones en poda se realizaran en invierno o en plena parada vegetativa.
Chupones: son brotaciones muy
vigorosas que pueden alcanzar longitudes de más de 2 m y un grosor de 3 a
5 cm de diámetro. Estas brotaciones se localizan en ramas gruesas donde
hay un buen paso de savia, situadas en las zonas centrales del árbol
aprovechando la verticalidad, alrededor y en las zonas bajas donde
efectuamos cortes importantes de poda ya que estimulamos con éstos las
brotaciones de las yemas inferiores al corte. Tienen los entrenudos más
largos que el resto de brotaciones y las yemas que se forman son de
madera y tienen tendencia a emitir anticipados. Al entrar en competencia
con el resto del árbol por su vigor y cantidad de vegetación, evitan
que la savia que circula por ellos alimente a otros órganos que estén
situados por debajo de los mismos. Al mismo tiempo impiden el paso de
luz a zonas productivas del árbol. La poda a realizar consistirá en:
• Eliminarlos antes de que alcancen vigor: poda en verde.
• Conservar solo aquellos que nos interese para poner algún injerto, o para cubrir alguna zona despoblada mediante el arqueado o rayado.
• Conservar solo aquellos que nos interese para poner algún injerto, o para cubrir alguna zona despoblada mediante el arqueado o rayado.
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Cuando se efectúa la plantación, debemos
llevar a cabo una poda de raíces, eliminando toda raíz mal situada o que
se entrecruce con otra, suprimiendo aquellas que presenten
necrosidades, pudrimientos o deformaciones, dejando las raíces con una
longitud entre 10-20 cm y acortardo las raicillas más finas dejándolas
entre 1-3 cm de largas. Las herramientas utilizadas para efectuar esta
operación serán preferentemente unas tijeras de poda.
Para equilibrar la parte aérea con el
sistema radicular, así como marcar la altura del tronco, efectuaremos el
primer despunte de la planta a una altura de 30-40 cm, con el fin de
tener, al cabo de unos años, árboles de una altura que nos permita
realizar la mayor parte de labores (recolección y poda) desde el suelo.
En el caso de tener anticipados en el tronco del plantón, éstos se
podarán a una o dos yemas vista. Observaremos que en el plantón existan
yemas bien formadas que puedan responder vegetatívamente y dar lugar a
brotes vigorosos.
En la poda de formación
debe eliminarse todo órgano vegetativo que se encuentre mal situado,
entrecruzándose con otro, superponiéndose o que dificulte la entrada de
luz.
Para llevar a cabo la poda de rejuvenecimiento, se debe tener en cuenta los siguientes aspectos:
• Si la plantación está en un estado de
envejecimiento límite, la actuación consistirá en eliminar todo el
material vegetativo por debajo del injerto, en el periodo de reposo
vegetativo, con objeto de estimular la emisión de brotes del potainjerto
en primavera. De las nuevas brotaciones se seleccionarán tres o cuatro
por árbol para una posterior injertada.
• Si los árboles tienen un grado de endurecimiento medio, la actuación consistirá en rebajar las ramas principales de forma escalonada para provocar la emisión de nuevos brotes, que nos permitan recuperar los espacios improductivos. La realización de estos rebajes puede efectuarse en todas las ramas principales del árbol cortándolas a una altura de 80 cm a 1 m de la cruz. Otra forma de poder conseguir una respuesta satisfactoria en la emisión de brotes es rebajar todas las ramas de la parte superior del árbol, dejando suficientes ramas productivas y aprovechando los chupones mejor situados. Éstos se despuntarán a partir de los 20-30 cm de la base.
• En el caso de que se presenten variedades vigorosas o de porte muy erecto se procede a seleccionar, durante el periodo vegetativo de primavera-verano, una serie de ramas chupones que, cuando alcancen una altura de 1 m, se arquearán o forzarán mediante ligaduras o torsiones. En la poda de invierno se procederá al desatado de estas ramas al mismo tiempo que se despuntarán a la longitud conveniente, sobre un anticipado o una yema que esté orientada en la parte más despoblada del árbol.
• Si los árboles tienen un grado de endurecimiento medio, la actuación consistirá en rebajar las ramas principales de forma escalonada para provocar la emisión de nuevos brotes, que nos permitan recuperar los espacios improductivos. La realización de estos rebajes puede efectuarse en todas las ramas principales del árbol cortándolas a una altura de 80 cm a 1 m de la cruz. Otra forma de poder conseguir una respuesta satisfactoria en la emisión de brotes es rebajar todas las ramas de la parte superior del árbol, dejando suficientes ramas productivas y aprovechando los chupones mejor situados. Éstos se despuntarán a partir de los 20-30 cm de la base.
• En el caso de que se presenten variedades vigorosas o de porte muy erecto se procede a seleccionar, durante el periodo vegetativo de primavera-verano, una serie de ramas chupones que, cuando alcancen una altura de 1 m, se arquearán o forzarán mediante ligaduras o torsiones. En la poda de invierno se procederá al desatado de estas ramas al mismo tiempo que se despuntarán a la longitud conveniente, sobre un anticipado o una yema que esté orientada en la parte más despoblada del árbol.
Entresacado de los frutos.
Consiste en eliminar el exceso de los
mismos para que se produzcan frutos de la suficiente calidad y con el
tamaño adecuado. Normalmente, en primer lugar se eliminan los frutos
necesarios de cada grupo de manera que queden solamente 3 y
posteriormente se vuelven a entresacar dejando que entre un fruto y
otro queden unos 10 cm de separación.
Abonado.
A título orientativo se muestra el siguiente
abonado para las variedades Bulida, Moniquí, Antón, Velázquez, Pepitos
(160-200 árboles · ha-1), y Real Fino (270 árboles · ha-1):
Durante los cuatro primeros años, aportar las siguientes cantidades de abono (kg · árbol-1):
Sulfato amónico: 0,75-2.
Superfosfato: 0,75-2.
Sulfato de potasa: 0,60-1,5.
Superfosfato: 0,75-2.
Sulfato de potasa: 0,60-1,5.
A partir del quinto año el abonado puede ser el siguiente (kg · árbol-1):
Sulfato amónico: 2-5.
Superfosfato de cal: 2,6-6,5.
Sulfato de potasa: 2-5.
Superfosfato de cal: 2,6-6,5.
Sulfato de potasa: 2-5.
Las épocas de aplicación pueden resumirse
de la siguiente forma: para la variedad Búlida, en la labor de
cava, pueden aplicarse de forma conjunta estiércol, superfosfato,
potasa y 1/3 del abonado nitrogenado, el resto del abonado nitrogenado
(2/3) se aplicará tras la recolección. Para las variedades Real Fino,
Moniquí, Antón, Velásquez y Pepitos, en la labor de cava se aportarán
estiércol, superfosfato y potasa y después del cuaje, con la fruta bien
agarrada, se aplicará de 1/3 a 2/3 del abonado nitrogenado. Tras la
recolección, se aplicará el resto del abonado.
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