martes, 2 de octubre de 2012

proceso cultivo de albaricoque


Plantación.
Para realizar la plantación, con anterioridad se habrá señalado la posición de cada árbol en el terreno, así como la apertura de hoyos donde deberán colocarse los árboles. Dependiendo del patrón y de la variedad las distancias entre plantas pueden oscilar entre los 4 m y los 6 m.
En cuanto a la orientación, se deberá colocar la planta de forma que el injerto esté orientado de cara a la dirección de los vientos dominantes de la zona, con el fin de obtener una mayor resistencia al desgarramiento en la zona de unión del injerto.
Ya sea el tipo de plantación sobre meseta, caballón o llano, los árboles deberán plantarse a la profundidad que se encontraban en el vivero, lo que es fácil de observar por el color de la piel o por los restos de tierra adheridos a la parte enterrada del tronco. Una vez relleno el hoyo con tierra suficiente conviene presionarla alrededor del tronco, para asegurar un buen contacto de las raíces con el suelo. No se deben efectuar posteriores aporcamientos de tierra sobre el tronco de la planta para evitar problemas de asfixia radicular o enfermedades del cuello.
Riego
Inmediatamente después de la plantación se realiza el primer riego, cuya finalidad es evitar bolsas de aíre en contacto con las raíces, así como mantener una zona húmeda para estimular el enraizamiento del plantón.
Los albaricoqueros bien enraizados no necesitan regarse a no ser que se presenten periodos de sequía muy prolongados. En general, resisten bien los periodos de sequía moderados. Cuando la sequía es importante, se produce, a veces, la caída de las yemas florales.
Por tanto, los albaricoqueros necesitan regarse abundantemente hasta que se encuentren bien establecidos, es decir, durante el primer año.
7.3. Polinización.
La mayoría de las variedades de albaricoque son autopolinizantes. La abeja suele ser el principal insecto polinizador. En los climas más fríos puede ser necesaria la utilización de un pincel para realizar una polinización manual.
7.4. Poda
El objetivo fundamental que se persigue con la poda es conseguir árboles bien formados y equilibrados para obtener la máxima producción con la mejor calidad de frutos posible.

La poda se puede realizar durante todo el período vegetativo de la planta, no obstante, las características de las diversas actuaciones en la poda permiten establecer dos épocas, la comprendida desde el inicio de la brotación hasta la caída de las hojas, que corresponde a la primavera - verano y es la llamada poda en verde o en vegetación y la que se extiende desde la caída de las hojas hasta el inicio de la brotación, que se practica durante el otoño - invierno y que llamamos poda de invierno.

Para poder aplicar una buena técnica de poda es imprescindible conocer la forma de vegetar del árbol, así como los diferentes tipos de órganos vegetativos que lo componen y su evolución:
Dardos: son brotaciones pequeñas, espinosas con una yema de madera en el ápice. En vegetación, el dardo esta rodeado por una roseta de hojas, siendo su longitud de unos 2 a 7 cm. A partir del segundo año aparecen formaciones de yemas de flor, capaces de producir fruta de buena calidad ya que se encuentran situados en ramas gruesas por las que la circulación de savia es intensa. No tienen capacidad de crecimiento. No requieren ninguna intervención en poda salvo en variedades muy productivas, en las que eliminaremos los peor situados con el fin de efectuar un aclareo. La vida de los dardos es de 2 a 5 años. Se renuevan de forma natural y van secándose y desapareciendo los que están situados en las partes inferiores de las ramas o en zonas del árbol donde la luminosidad es insuficiente.
Brindillas: son brotaciones cortas, delgadas y flexibles, de una longitud entre 10 y 30 cm, con entrenudos cortos y cuya posición respecto al ramo que la soporta es más o menos inclinado u horizontal. A partir del segundo año, en estas brotaciones, se forman yemas de flor y madera lo que favorece una rápida entrada en producción con fruta de buena calidad. Tienen muy poca capacidad de crecimiento, alargándose y emitiendo por su parte basal nuevas brindillas o coronándose de botones florales. La intervención en poda en este tipo de órganos se limitará a:
• Despuntarlas cuando sean demasiado largas.
• Sustituirlas por las brotaciones más jóvenes.
• Eliminarlas en caso de que tengamos una cantidad excesiva, suprimiendo las que estén peor situadas.
• Por su reducida capacidad de crecimiento, no debe emplearse este órgano para la formación del esqueleto del árbol.

Ramos mixtos: son brotaciones largas y vigorosas que pueden alcanzar en un solo año una longitud entre 0,5 y 3 metros. Este tipo de brotación es fundamental para la formación del árbol, producción y reemplazo. Fructifica a partir de dos o más años, dependiendo de su situación y vigor. Tienen capacidad de vestirse de ramos mixtos más pequeños, brindillas o dardos. En él encontraremos los frutos de mayor calidad y calibre. Las intervenciones en poda de este órgano son las más frecuentes, y consisten en:
• Eliminar los ramos mixtos que entren en propia competencia, y no sirvan para la formación del árbol.
• Desviar por brotes anticipados aquellos que sirvan para formar parte de la estructura productiva.
• Despuntar para marcar las dimensiones de la estructura o esqueleto del árbol.
Ramos anticipados: son yemas de madera de ramos mixtos que evolucionan en el mismo año en que se forman. Dependiendo del vigor y su situación darán lugar a nuevos ramos mixtos, brindillas o dardos. Estos órganos tienen capacidad de formar yemas de flor dando lugar a frutos en la brotación siguiente. Estas brotaciones se deben conservar. La actuación de poda sobre ellas consistirá en:
• Aclarar dejando las mejor situadas.
• Despuntar las demasiado largas a la altura conveniente.
• Desviar aquellos ramos más vigorosos por un anticipado para cubrir zonas desvestidas.
• Las intervenciones en poda se realizaran en invierno o en plena parada vegetativa.
Chupones: son brotaciones muy vigorosas que pueden alcanzar longitudes de más de 2 m y un grosor de 3 a 5 cm de diámetro. Estas brotaciones se localizan en ramas gruesas donde hay un buen paso de savia, situadas en las zonas centrales del árbol aprovechando la verticalidad, alrededor y en las zonas bajas donde efectuamos cortes importantes de poda ya que estimulamos con éstos las brotaciones de las yemas inferiores al corte. Tienen los entrenudos más largos que el resto de brotaciones y las yemas que se forman son de madera y tienen tendencia a emitir anticipados. Al entrar en competencia con el resto del árbol por su vigor y cantidad de vegetación, evitan que la savia que circula por ellos alimente a otros órganos que estén situados por debajo de los mismos. Al mismo tiempo impiden el paso de luz a zonas productivas del árbol. La poda a realizar consistirá en:
• Eliminarlos antes de que alcancen vigor: poda en verde.
• Conservar solo aquellos que nos interese para poner algún injerto, o para cubrir alguna zona despoblada mediante el arqueado o rayado.
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Cuando se efectúa la plantación, debemos llevar a cabo una poda de raíces, eliminando toda raíz mal situada o que se entrecruce con otra, suprimiendo aquellas que presenten necrosidades, pudrimientos o deformaciones, dejando las raíces con una longitud entre 10-20 cm y acortardo las raicillas más finas dejándolas entre 1-3 cm de largas. Las herramientas utilizadas para efectuar esta operación serán preferentemente unas tijeras de poda.
Para equilibrar la parte aérea con el sistema radicular, así como marcar la altura del tronco, efectuaremos el primer despunte de la planta a una altura de 30-40 cm, con el fin de tener, al cabo de unos años, árboles de una altura que nos permita realizar la mayor parte de labores (recolección y poda) desde el suelo. En el caso de tener anticipados en el tronco del plantón, éstos se podarán a una o dos yemas vista. Observaremos que en el plantón existan yemas bien formadas que puedan responder vegetatívamente y dar lugar a brotes vigorosos.
En la poda de formación debe eliminarse todo órgano vegetativo que se encuentre mal situado, entrecruzándose con otro, superponiéndose o que dificulte la entrada de luz.
Para llevar a cabo la poda de rejuvenecimiento, se debe tener en cuenta los siguientes aspectos:
• Si la plantación está en un estado de envejecimiento límite, la actuación consistirá en eliminar todo el material vegetativo por debajo del injerto, en el periodo de reposo vegetativo, con objeto de estimular la emisión de brotes del potainjerto en primavera. De las nuevas brotaciones se seleccionarán tres o cuatro por árbol para una posterior injertada.
• Si los árboles tienen un grado de endurecimiento medio, la actuación consistirá en rebajar las ramas principales de forma escalonada para provocar la emisión de nuevos brotes, que nos permitan recuperar los espacios improductivos. La realización de estos rebajes puede efectuarse en todas las ramas principales del árbol cortándolas a una altura de 80 cm a 1 m de la cruz. Otra forma de poder conseguir una respuesta satisfactoria en la emisión de brotes es rebajar todas las ramas de la parte superior del árbol, dejando suficientes ramas productivas y aprovechando los chupones mejor situados. Éstos se despuntarán a partir de los 20-30 cm de la base.
• En el caso de que se presenten variedades vigorosas o de porte muy erecto se procede a seleccionar, durante el periodo vegetativo de primavera-verano, una serie de ramas chupones que, cuando alcancen una altura de 1 m, se arquearán o forzarán mediante ligaduras o torsiones. En la poda de invierno se procederá al desatado de estas ramas al mismo tiempo que se despuntarán a la longitud conveniente, sobre un anticipado o una yema que esté orientada en la parte más despoblada del árbol.
 Entresacado de los frutos.
Consiste en eliminar el exceso de los mismos para que se produzcan frutos de la suficiente calidad y con el tamaño adecuado. Normalmente, en primer lugar se eliminan los frutos necesarios de cada grupo de manera que queden solamente 3 y posteriormente se vuelven a entresacar dejando que entre un fruto y otro queden unos 10 cm de separación.
 Abonado.
A título orientativo se muestra el siguiente abonado para las variedades Bulida, Moniquí, Antón, Velázquez, Pepitos (160-200 árboles · ha-1), y Real Fino (270 árboles · ha-1):
Durante los cuatro primeros años, aportar las siguientes cantidades de abono (kg · árbol-1):
Sulfato amónico: 0,75-2.
Superfosfato: 0,75-2.
Sulfato de potasa: 0,60-1,5.
A partir del quinto año el abonado puede ser el siguiente (kg · árbol-1):
Sulfato amónico: 2-5.
Superfosfato de cal: 2,6-6,5.
Sulfato de potasa: 2-5.
Las épocas de aplicación pueden resumirse de la siguiente forma: para la variedad Búlida, en la labor de cava, pueden aplicarse de forma conjunta estiércol, superfosfato, potasa y 1/3 del abonado nitrogenado, el resto del abonado nitrogenado (2/3) se aplicará tras la recolección. Para las variedades Real Fino, Moniquí, Antón, Velásquez y Pepitos, en la labor de cava se aportarán estiércol, superfosfato y potasa y después del cuaje, con la fruta bien agarrada, se aplicará de 1/3 a 2/3 del abonado nitrogenado. Tras la recolección, se aplicará el resto del abonado.

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